El comienzo...

El día 8 de diciembre del 2017 el profe nos dijo que teníamos que llevar acabo un “proyecto de vida” a partir de ese día hasta el final del tercer grado, y todo lo que hiciéramos lo teníamos que anotar en una bitácora. En ese momento yo pensé en muchísimas cosas como hacer ejercicio, tocar el ukelele, aprender el lenguaje de señas, en fin  muchas cosas, pero al llegar a mi casa lo platique con mi tía y llegue a la conclusión de que para que me complicaba la vida si mi cuñada es pastelera y ella me podría enseñar a hacer postres, decorar, etcétera y solo tendría que ir los sábados, así que ese se convirtió en mi proyecto de vida.  
El primer sábado que fui fue el 9 de diciembre y yo no sabía casi nada, pero me explico cómo se hacia el betún, que hasta ahora es la única receta que sé de memoria. Cada sábado aprendía cosas nuevas, como las recetas de todos los pasteles, aprendí que a un pastel después que se le pone el relleno y se embetuna siempre debe de llevar unos palos o tubos pequeños para que le de estabilidad al pastel, también que el pastel se debe dejar enfriar para embetunarlo y después de embetunarlo, como se forra un pastel con fondant y muchas cosas más...
En cuanto a la decoración aprendí a hacer muchísimas cosas ya que como ella vio que si era hábil, yo hacía algunas cosas de los pasteles que ella tenía que entregar.                     

Un dia se fue a Juárez a un curso, por lo tanto el trabajo de ese día me lo dejo a mí, esa fue la primera vez que hice un pastel grande yo sola, estaba muy muy nerviosa porque qué tal si no le agradaba la señora, si se me caía algo o cosas como esas, por lo tanto dure como 4 horas con ese pastel de los nervios que tenía, al final me quedo muy bonito y a la señora le gustó mucho y me sentí muy bien.                                                                     

Claro que  no todo me resulto muy fácil ya que las flores de fondant que son lo más sencillo del mundo no me salen, tengo que hacer como 10 para que la siguiente me saliera bien, pero es que para esto de la decoración de los pasteles se tiene que tener muchísima paciencia y más si la persona que lo está haciendo es muy perfeccionista.                                                                                                    
Algo que me di cuenta, y después de analizarlo mucho es que cada sábado siempre siempre se me caía algo que a veces era importante y lo tenía que volver a hacer, también cada vez que hacia betún, siempre batía todo, mi ropa quedaba llena de azúcar junto con mi cara y mis brazos.                                                                 
También me gustó mucho que mi cuñada y yo mientras hacíamos los pasteles o cualquier cosa siempre teníamos la televisión y veíamos muchas películas o series. Además de la decoración y de los postres, también aprendí a decorarlas mesas de dulces o de postres.  En fin, esta experiencia ha sido muy estresante, tediosa y divertida, pero me encanta hacer todo esto, y que bueno que escogí llevar a cabo esto como proyecto de vida.                           

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